Reyna I. Aburto es la Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Quisiera comenzar expresando mi profundo agradecimiento a todos los que han organizado y participado en este inspirador evento y, en particular, a quienes me acompañan en este panel:
Al licenciado Luis Panessi de ADRA, la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales de Argentina, auspiciada por la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cuyo objetivo es “servir a la humanidad para que todos puedan vivir como Dios desea” y es impulsada por el motor de la justicia, la compasión y el amor [1].
Al reverendo Luis Mussiett, quien es Capellán Nacional Evangélico en Gendarmería de Chile y quien realiza la loable labor de “atender, vigilar y rehabilitar a las personas que […] fueran detenidas o privadas de Libertad” [2].
A la señora Cristina Tobias‐Nabi de IRUSA, Islamic Relief USA, que se dedica a atender a niños, huérfanos y mujeres proporcionando, entre otras cosas, agua potable, educación, salud, respuesta ante catástrofes, alimentación y microfinanzas [3].
Yo represento a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyo brazo humanitario, Latter‐day Saint Charities, tiene el “propósito de aliviar el sufrimiento, fomentar la autosuficiencia y brindar oportunidades de servicio” [4].
En particular, represento a la Sociedad de Socorro, la organización mundial a la que pertenecen más de seis millones de mujeres de nuestra Iglesia y cuya magnífica misión de “salvar almas abarca todos los aspectos del progreso humano [entre otros]: ayudar al necesitado, atender al enfermo; disipar las dudas, liberar de la ignorancia—aliviar de todo lo que obstaculice la alegría y el progreso de la mujer” [5].
Al leer sobre las admirables labores que realiza cada uno de los panelistas, me he dado cuenta de que tenemos mucho en común y somos una muestra del bien que las organizaciones religiosas pueden hacer por la humanidad, las naciones, las comunidades, las familias y las personas. Nuestras organizaciones tienen, en esencia, el mismo objetivo: unir nuestra fe, nuestro amor y nuestras fuerzas para hacer acopio de los recursos con los que hemos sido bendecidos, con el fin de elevar a otras personas y ayudarles a alcanzar su máximo potencial, para que ellas, a su vez, puedan ser fuentes de fortaleza y fuentes del bien para los demás en sus propias esferas.
Al hablar en cuanto al rol social que juegan las religiones y las comunidades de fe, quisiera enfocarme en dos puntos: las obras de beneficencia que llevan a cabo las organizaciones religiosas y el impacto que estas entidades tienen en el corazón de las personas.
Primero, las obras de beneficencia, las cuales en su mayoría fueron originadas por organizaciones y emprendimientos religiosos y que, aun son mayormente patrocinadas por estas [6]. Como mencioné, los honorables miembros de este panel pertenecen a organizaciones que brindan servicio significativo, primordial y desinteresado a millones de personas en todo el mundo.
En el caso de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, por medio de nuestra organización Latter‐day Charities, fundada en 1985, hemos patrocinado “proyectos de ayuda y desarrollo en 195 países y territorios y hemos brindado asistencia sin distinción de raza, afiliación religiosa o nacionalidad. Dicha ayuda se basa en los principios básicos de responsabilidad personal, apoyo comunitario, autosuficiencia y sostenibilidad” [7]. Hasta la fecha, esa ayuda equivale a más de dos mil millones de dólares estadounidenses [8].
Seguimos la amonestación de Jesucristo de dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, acoger al forastero, vestir al desnudo y visitar a los enfermos, los encarcelados y los afligidos [9].
Hemos participado en proyectos que incluyen el suministro sostenible de alimentos, agua potable, respuesta ante catástrofes, inmunización, atención maternal y neonatal, apoyo a refugiados, cuidado de la vista, sillas de ruedas y proyectos comunitarios, tanto a nivel internacional como local.
Solamente nuestras labores de respuesta al coronavirus han incluido más de 1000 proyectos en más de 150 países y territorios, y 294 proyectos de ayuda a refugiados en 50 países. Dicha respuesta ha sido el mayor esfuerzo humanitario de la Iglesia hasta la fecha [10].
Para dar algunos ejemplos recientes, en varias comunidades de Paraguay y en colaboración con profesionales médicos y con la Pastoral Social Arquidiocesana de Asunción, entre otros, donamos insumos para la protección del personal de la salud y equipamiento médico, y facilitamos la existencia de centros de vacunación contra el virus del COVID‐19 [11].
En Argentina, en un esfuerzo mancomunado con Cáritas Argentina y aprovechando que Cáritas sostiene comedores populares en varios lugares de Buenos Aires, donamos alimentos que serán utilizados en siete comedores de la capital federal [12].
En Chile, en colaboración con la alcaldía de la comuna de Purén, entregamos canastas de mercadería a 80 familias de la Comunidad Mapuche Goño Tuy Tani Mapu, como parte de un proyecto de ayuda humanitaria que beneficiará a cerca de 500 familias de la comuna del sur de Chile [13].
Todo esto es posible gracias a nuestra estrecha colaboración con gobiernos y organizaciones religiosas y caritativas. De manera constante, hacemos a un lado nuestras diferencias en cuanto a doctrinas y prácticas religiosas para unir fuerzas en el servicio a los necesitados.
Estas labores humanitarias también son posibles gracias a nuestros feligreses que de forma desinteresada donan de su dinero y de su tiempo para ayudar al prójimo. Nuestros proyectos son en gran parte llevados a cabo por medio de millones de horas de trabajo voluntario ofrecido por cientos de miles de personas, que pueden poner manos a la obra de inmediato, cuando se les necesita.
Esto me lleva al segundo punto: el impacto que las organizaciones religiosas tienen en el corazón de las personas.
Dallin H. Oaks, quien es Primer Consejero de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo, señaló que “la religión fortalece el tejido social de la comunidad” y después citó al rabino Jonathan Sacks, quien enseñó que la religión “sigue siendo el constructor de comunidades más poderoso que el mundo haya conocido […] es el mejor antídoto contra el individualismo de la era de consumo. La idea de que la sociedad puede existir sin ella hace oídos sordos a la historia” [14].
El presidente Oaks agregó,
Las sociedades occidentales no se sostienen principalmente mediante la imposición total de las leyes, lo cual sería poco práctico sino, lo que es más importante, mediante ciudadanos que obedecen de modo voluntario las [leyes] no exigibles, gracias a las normas internas de conducta correcta que ellos tienen. Para muchas personas, es la creencia religiosa en el bien y el mal y la expectativa de tener que rendir cuentas a un poder superior lo que produce tal autocontrol voluntario [15].
Como indicó el Presidente Russell M. Nelson, Presidente de nuestra Iglesia,
Los Santos de los Últimos Días […] siempre buscan formas de ayudar, elevar y amar a otras personas [y] “est[án] dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros[;] […] a llorar con los que lloran; […] y a consolar a los que necesitan de consuelo.”
Verdaderamente procuran vivir el primer gran mandamiento y el segundo. Cuando amamos a Dioscon todo el corazón, Él nos vuelve el corazón hacia el bienestar de otras personas en un bello círculo virtuoso. […]
Para ayudar a los miembros de la Iglesia del Señor que sufren tribulaciones, amamos y vivimos la antigua ley del ayuno. [Pasamos] hambre para ayudar a otras personas que tienen hambre. Un día de cada mes, nos abstenemos de alimentos y donamos el costo de esas comidas (y más) para ayudar a los necesitados. […]
Nuestro gozo es brindar ayuda a otras personas; hacer un esfuerzo concienzudo por preocuparnos por los demás tanto o más que por nosotros mismos; en especial, podría añadir, cuando no resulta oportuno y nos aleja de nuestra comodidad [16].
Si me permiten que hable de mis experiencias personales, he sido beneficiaria de la ayuda que brindan las organizaciones religiosas a lo largo de mi vida. Nací y crecí en Nicaragua, y cuando tenía nueve años un devastador terremoto destruyó nuestra casa, dejando a mi familia en una situación muy difícil. Durante meses, recibimos ayuda de distintas organizaciones, en su mayoría religiosas, lo que nos permitió empezar de nuevo y lograr cierta estabilidad. Posteriormente, los disturbios políticos nos pusieron en circunstancias de inestabilidad e incertidumbre, y otra vez recibimos ayuda de distintas fuentes de índole religioso. Años después, emigré a Estados Unidos y acudí a distintas organizaciones religiosas a fin de recibir asistencia legal, médica y de otros tipos. Sé en carne propia el sentimiento de gratitud, esperanza y amor que uno siente al recibir ayuda de manera desinteresada.
Por otro lado, para mí el hecho de pertenecer a una organización religiosa como La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, me permite unir mi fe en causas comunes con otras personas. Es difícil explicar con palabras el sentimiento que brinda el hecho de saber que de alguna manera estoy poniendo un grano de arena a fin de ayudar a personas menos afortunadas que yo y de retribuir algo de la asistencia que yo he recibido.
Pertenecer a una comunidad en la que tratamos de ayudarnos unos a otros de manera espiritual y temporal nos brinda un sentido de identidad y de propósito que nos permite olvidarnos de nosotros mismos para centrarnos en las necesidades de los demás y buscar el bien común.
Como lo ha dicho el élder D. Todd Christofferson, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles de la Iglesia de Jesucristo y con quien tengo el privilegio de participar en este foro,
La libertad religiosa es la piedra angular de la paz en un mundo donde muchas filosofías compiten entre sí. Nos da a todos el espacio para determinar por nosotros mismos lo que pensamos y creemos; para seguir la verdad que Dios habla a nuestro corazón. Permite que diferentes creencias coexistan, protege a las personas que son vulnerables y nos ayuda a sortear nuestros conflictos. De ese modo, tal como ha concluido sabiamente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en múltiples ocasiones, la libertad religiosa es esencial para las personas de fe, y “es también un valioso bien para los ateos, los agnósticos, los escépticos y los indiferentes.” Eso se debe a que “el pluralismo inherente a una sociedad democrática, que ha sido conquistado a lo largo de los siglos, depende de ello” [17].
Para terminar, quisiera extender una invitación a todos los que participamos en este importante foro: “No os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes” [18].
[1] Adventist Development and Relief Agency (ADRA) Argentina, https://adra.org.ar.
[2] Transformaciones y Alternativas Religiosas en América Latina (Luis Bahamondes González ed. 2013).
[3] What We Do, Islamic Relief USA, https://irusa.org/our-work/what-we-do.
[4] Who We Are, Latter‐day Saint Charities, https://www.latterdaysaintcharities.org/about-us?lang=eng.
[5] John A. Widtsoe, Evidences and Reconciliations 308 (Bookcraft 1987).
[6] See Dallin H. Oaks, Transcript: Elder Dallin H. Oakes at University of Oxford, Newsroom: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (9 June 2016), https://newsroom.churchofjesuschrist.org/article/transcript-elder-oaks-university-oxford.
[7] Who We Are, Latter‐day Saint Charities, https://www.latterdaysaintcharities.org/about-us?lang=eng.
[8] See Russell M. Nelson, The Second Great Commandment, The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (October 2019), https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2019/10/46nelson?lang=eng.
[9] See Matthew 25:35–45.
[10] See Who We Are, Latter‐day Saint Charities, https://www.latterdaysaintcharities.org/about-us?lang=eng.
[11] See Histórica Ayuda Humanitaria está llevando a cabo la Iglesia de Jesucristo en Paraguay para ayudar a la comunidad a sobrellevar el Covid-19, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (16 augusto 2021), https://noticias.laiglesiadejesucristo.org/articulo/historica-ayuda-humanitaria-esta-llevando-a-cabo-la-iglesia-de-jesucristo-en-paraguay-para-ayudar-a-la-comunidad-a-sobrellevar-el-covid-19%C2%A0.
[12] See “Codo a Codo” la Iglesia y Cáritas llevan alimento a comedores, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (19 mayo 2020), https://noticias.laiglesiadejesucristo.org/articulo/trabajando-%E2%80%9Ccodo-a-codo%E2%80%9D-la-iglesia-y-caritas-llevan-alimentos-a-comedores?country=argentina.
[13] See Cerca de 500 families de la comuna de Purén, al sur de Chile, reciben ayuda en alimentos, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (23 noviembre 2020), https://noticias.laiglesiadejesucristo.org/articulo/cerca-de-500-familias-de-la-comuna-de-puren–al-sur-de-chile–reciben-ayuda-en-alimentos.
[14] Dallin H. Oaks, Transcript: Elder Dallin H. Oakes at University of Oxford, Newsroom: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (9 June 2016), https://newsroom.churchofjesuschrist.org/article/transcript-elder-oaks-university-oxford.
[15] Ibid.
[16] Russell M. Nelson, The Second Great Commandment, The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (October 2019), https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2019/10/46nelson?lang=eng.
[17] D. Todd Christofferson, Religious Freedom: Cornerstone of Peace, The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (29 April 2015), https://www.churchofjesuschrist.org/study/ensign/2018/02/religious-freedom-cornerstone-of-peace?lang=eng (quoting and citing European Court of Human Rights cases).
[18] Doctrine and Covenants 64:33 (The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints 2013).